martes, 28 de febrero de 2012

MATRIA


Nunca me han gustado las celebraciones institucionales, pues me parecen algo acartonado y artificial, una fecha impuesta alrededor de la cual hay que realizar una serie de ritos que se van repitiendo todos los años de manera cíclica, y un momento para el lucimiento de autoridades y políticos. Es decir, esas efemérides me resultan completamente alejadas de lo que es el transcurrir natural de la vida, en la que sentimientos y emociones como la alegría, el cariño o la gratitud brotan de forma espontánea sin que ni el calendario ni las instituciones sociales tengan nada que ver.

Es lo que me ocurre cada febrero con el Día de Andalucía, sobre todo desde que tengo hijos en edad escolar y a partir del quince empiezan ya a darme la tabarra con la flauta y el himno. Me ha tocado desde buscarles imágenes de las distintas provincias para murales y collages, hasta dictarles recetas típicas o ayudarles con un trabajo sobre nuestros poetas ("pon un poema mío, niño". "No, mamá, que tiene que ser de los famosos como Lorca". Sin comentarios). Y todos los años es lo mismo: la fiesta en el cole, la dichosa flauta, el desayuno sano con aceite de oliva y después el puente, el único que tenemos en Sevilla donde todo se guarda para la Feria, y que algunos años hemos aprovechado para conocer alguna capital europea.

Pero voy a hacer una excepción y, aunque la fecha sigue sin convencerme del todo, por sonarme  a político circunspecto, Canal Sur y puente escolar más que a otra cosa, y prefiera celebrar la del cuatro de diciembre, esa de la que casi nadie se acuerda y mucho menos nuestros dirigentes, cederé a la tentación de dedicar unas líneas a esta celebración.


No podemos escoger el lugar en el que nacemos, de la misma manera que nos ha sido vetada la elección de otras muchas cosas en nuestra vida. No sabemos qué azar nos hace vivir en un lugar determinado en una época concreta y ser lo que somos. Pero eso no impide que cada cual tenga un especial cariño a esa tierra en la que hemos visto la luz y cuyo aire respiramos, nuestra matria que nos regala unas raíces y nos configura en lo que somos, en nuestra particular manera de ver el mundo y relacionarnos con él. Es algo natural que no tiene nada que ver ni con credos ni con ideologías, es ese apego tan humano a aquello que nos retrotrae a la infancia, a la madre, a la lengua en la que se oyó el primer "te quiero", la del arrullo de las nanas y los cuentos de las abuelas, a los olores y sabores primigenios, a la inmensidad de un cielo o a la luminosidad de un horizonte. Ni siquiera las almas nómadas lo pueden dejar de sentir. 

Me gusta afirmar que soy andaluza y por andaluza universal. Y es que para mí si algo tendría que caracterizar el ser de Andalucía es precisamente la universalidad que la hace tierra de encuentro y acogida, y que nuestro nacionalismo no sea excluyente, sino inclusivo, lo que tendría que ser fuente de riqueza cultural y humana, al estar abierto al recibimiento e intercambio. Somos lo que somos porque vivimos en una tierra en la que civilizaciones muy diversas fueron dejando su huella y su poso y ahora más que nunca debemos recordar que si tenemos que construir  un proyecto común este ha de ser presidido por la solidaridad y la intercomunicación. 

Pero no quiero caer en el panegírico ni en la repetición de nuevos tópicos que han venido a veces a sustituir a esas antiguas imágenes estereotipadas de la Andalucía de la bata de cola y los toros, de la fiesta y el cante, y que también pueden seguir haciendo mucho daño en los tiempos que corren. No creo que sea momento de recrearse en la autocontemplación, sino de trabajar y salir adelante, de luchar con las armas de la palabra y el esfuerzo, de tomar las riendas del propio destino. El mejor homenaje que ahora podemos hacernos los andaluces no es otro sino  tomarnos en serio eso de "levantaos, pedid tierra y libertad", siendo conscientes de lo que a estas alturas del siglo XXI implican esas palabras.


Pero es 28 de febrero, y porque sus canciones y sus versos siguen estando de actualidad, hoy voy a terminar esta entrada con el maestro Carlos Cano y, cómo no, con la Verde, blanca y verde. Va por Andalucía, va por todos nosotros.














4 comentarios:

  1. Celebrar a Andalucía significa luchar por ella y por la libertad y la justicia para todos los pueblos del mundo. Significa recuperar lo que somos y arrancar de una vez por todas la bandera de la rapiña, la sangre y el saqueo. Excelente entrada Inma. Por cierto; Para mí también el verdadero día de nuestra matria es el 4 de diciembre. Y el 25 de diciembre, aniversario de la sublevación morisca.

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  2. Feliz también para ti,andaluza y artista.
    Me gusta la palabra matria,es mucho más exacta.
    Te dejé un comentario desde otro ordenador pero no salió.
    Besos.

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  3. Los moriscos a los que te refieres son quienes nos van a devolver la libertad y la justicia a todos los pueblos del mundo? Primero tendrán que aprender el concepto para aplicarlo. Pueblos musulamanes ejemplo de cultura y desarrollo en otras épocas son ahora el vivo ejemplo del feudalismo anacrónico, religioso, absurdo y brutal para las libertades del individuo no confesional. Ni que decir tiene el papel subyugado de la mujer en esta sociedad. Más valdría recuperar la virtud del ansia de desarrollo de otras épocas más floridas del Islam para poder optar a un futuro de estas sociedades que a día de hoy luchan entre hermanos por un trozo de pan arrojado desde el balcón de dictadores. España y más concretamente Andalucía son un verdadero ejemplo de lucha y no conformidad con la opresión. Estas gentes que os recibimos con el mejor de los gestos, por compartir el sentimiento de deseo de un futuro mejor(nosotros tambien fuimos/somos emigrantes) si podemos celebrar nuestros logros de libertad el 28 de febrero, 6 de diciembre y el 12 de octubre.

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    1. Hola María Luisa.
      En primer lugar debo presentarme; No soy inmigrante, ni árabe; Soy andaluz, gaditano para más señas y musulmán por libre y soberana elección. A mí no me asustaron los prejuicios ni las mentiras que obstinadamente me inculcaron en el colegio y la iglesia sobre nuestra historia y cultura , prejuicios de los que,con todos mis respetos, pareces hacerte eco.Hablas de una realidad y emites juicios categóricos que parecen salidos de cualquier manual de la . "doctrina del choque de las civilizaciones". No puedo creer que a estas alturas, cuando los pueblos árabes, musulmanes y cristianos juntos derrocan a sus dictadores con mayor o menor fortuna hables de "sociedades semifeudales que se matan entre hermanos por las migajas que caen de la mesa de los dictadores". En cuanto a las mujeres te diré que estoy casado felizmente con uma musulmana egipcia, que lleva su pañuelo con orgullo y que es muy consciente de su dignidad y de su libertad. Podría hablarte también de muchísimas mujeres más, espléndidas, heroicas, que luchan por la libertad y el progreso sin querer renunciar por ello´, o precisamente por eso mismo, a ser musulmanas.
      En cuanto a lo de los moriscos, querida María Luisa, eran nuestros antepasados, andaluces que bajo la conquista se vieron desposeídos, humillados, perseguidos por el mero hecho de ser lo que eran. ¿Dices que España es ejemplo de lucha por la libertad?. Pues esa misma España, cuándo estaba gestandose, nos quitó el pan de la boca y el alma del pecho. Nos negó nuestra cultura y quiso convertirnos en un "no pueblo" en una chusma jornalera que sólo servía para trabajarles las fincas o para divertirles en sus juergas flamencas. ¿Libertad? no amiga, feudalismo, explotación, emigración, deshonor, inquisición, guerra civil, dictadura y autonomía de sainete; Eso han sido los últimos 500 años de Andalucía. ¿Que el 12 de octubre es una fecha señera para la libertad? preguntales a los latinoamericanos y ellos te ilustrarán. Pero no te dirijas al criollo de la alta sociedad preguntale al mestizo, al negro, al indio, al mulato (y no digamos a la india, a la mestiza, a la negra, a la mulata)a ver si la efemérides en cuestión les suena a gloria o más bien a cuerno quemado.
      En fin, estimada señora, espero no haberla agraviado con mi comentario y le pido mil excusas si mis palabras la han herido. Le aseguro que no ha sido en absoluto mi intención.

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