viernes, 30 de marzo de 2012

DÍA DE LA TIERRA PALESTINA


La piedra entre tus dedos es pan de guerra

pues tienes el hambre de los escorpiones ciegos

y la inocencia muerta entre estertores

a ritmo de metralla.

Leche de madre con sangre de mártires

amamantó las ansias de tu boca de cachorro

y no hubo en tus sueños estrellas ni cometas,

que el cielo sólo es el final del agujero

abierto ante el maná maldito de la muerte,

en satánica teofanía del ídolo sin rostro

que transformó tu tierra en inmensa ara

donde aplacar su avidez de sacrificios.

Tenías que ser la víctima propiciatoria,

silente oveja llevada al matadero,

carne tierna ante sus fauces quemada,

una cuenta más en su rosario de iniquidades.

Pero la piedra se interpuso en el camino,

la sangre que te nutrió desde la cuna

se reveló feroz en tus entrañas,

que tanta ira estalla en vientre tan pequeño

y ya sólo cabe vomitar la rabia por los poros.

Tapiaron tus sendas con alambre,

negaron el agua a tu sed de vida,

agostaron con fuego la alegría de tu infancia,

sólo dejaron piedras en tu tierra reseca,

¿qué otra cosa ya podían coger tus manos?

Del poemario Sangre de nómada


Dedicado a la Tierra Palestina, a sus hombres y mujeres, y en especial a sus niños, niñas y adolescentes, en espera de que pronto celebremos el día de su liberación.

miércoles, 21 de marzo de 2012

CELEBRAMOS EL DÍA DE LA POESÍA


Con este vídeo de mi poema Mamalluca, compuesto sobre imágenes de la serie de lienzos Nebulosas y Galaxias de Maika Gauti y acompañado por la magia de la música del compositor chileno Joakín Bello quiero haceros un pequeño regalo para celebrar el Día de la Poesía. 

Que lo disfrutéis.

lunes, 19 de marzo de 2012

DE "LA PEPA", EL PADRE Y OTRAS CELEBRACIONES


Empieza la semana, otro lunes más para levantarse con resaca, no ya del sábado o del domingo, sino esa que ahora todos arrastramos por culpa de la innombrable (porque me niego a volver a decir su nombre que bastante lo vemos ya escrito en la prensa), y para sacar fuerzas por la mañana y capear mal que bien los temporales. Pero este lunes no es como los demás, no es un lunes corriente en escala de grises como la mayoría que salpican el calendario, es lo que yo llamaría un "lunes en tecnicolor", y no ya por la luz primaveral que junto con el aroma a azahares se empeña en recordarnos que estamos saliendo del invierno, sino porque en una fecha como la de hoy, laborable aquí en Sevilla, han venido a unirse diversas fiestas y conmemoraciones que hacen que el 19 de marzo no pase desapercibido.

Como cada año, antes de nada es obligado felicitar a todos los Josés, Josefas, Pepes, Pepitas, Josefinas y María Josés que tengan a bien leer esta entrada, y que en España son legión. Rara es la familia en la que no hay hoy alguien que celebre su onomástica. Así que, por la parte que me toca, queden aquí felicitados mi hermano y mi cuñado,  mis primos con este nombre, ya sean Jose o Josep, y también mis amistades. Y todo aquel o aquella que me lea y lo lleve, que con esto de internet nunca se sabe en la pantalla de quién pueden caer los escritos.

En la entrada del Día de Andalucía decía que no me gustan las fiestas institucionales, ni tampoco las de obligada celebración por la dictadura del almanaque, y parece que desde que lo dije se ha hecho efectivo el refrán de mi tierra: si no quieres caldo, toma dos tazas, porque no ha pasado ni un mes desde el puente festivo de febrero, cuando aquí me tenéis para hablar de otras dos conmemoraciones, una de las cuales es institucional hasta dejarla de sobra, y la otra de esas que mucha gente dice inventada por los grandes almacenes para vender. Me refiero, claro está, al Bicentenario de nuestra primera Constitución, y a la fiesta del Padre.

Por los azares del destino estas dos celebraciones, en apariencia tan dispares, han venido a unirse en una misma fecha, que fue un 19 de marzo cuando en mi Tacita de Plata se proclamara la primera Carta Magna de nuestra historia y tercera del mundo después de la francesa y la de Estados Unidos, que como vino a ver la luz en el lugar con más ingenio del planeta enseguida tuvo nombre propio de mujer, de gaditana revolucionaria y de armas tomar: "La Pepa", y también ese día, por ser en el que la Iglesia recuerda al padre putativo de Jesús, fue el elegido en 1948 por una maestra, Manuela Vicente Ferrero, "Nely", para por primera ver agasajar a los progenitores, idea que no dudaron en asumir y extender las dos cadenas de almacenes más poderosas e influyentes de la época.

Así que aquí estamos hoy, en 2012, pleno siglo XXI ya, con los medios de comunicación bombardeándonos, con más contundencia que lo hicieran los franceses frente a la Isla de León y las murallitas de Cai, con una y otra festividad, y, resignada ante lo inevitable de tan pertinaz martilleo, no me queda otra que al menos sacar algún partido a tales eventos en forma de reflexión. Volviendo la vista atrás, nos encontramos que hace dos centurias los padres de la patria (y nunca mejor dicho porque lo que era "madre" no había ninguna) que se habían reunido en Cádiz por ser el único lugar al que las tropas napoleónicas no habían tenido acceso, se felicitaban por haberse otorgado unas leyes emanadas de los representantes del pueblo, una carta de derechos y obligaciones que por primera vez en la historia no provenía de los designios de ningún rey o poder absolutista. Y, vueltos los ojos a ella, hay que reconocer sus valores liberales, sin duda, pero también ver sus sombras, debidas tal vez a que fue fruto de una época y a que nada hay perfecto en este mundo.

Y es que ante tanta loa nadie recuerda que en un texto que pasó a la historia con un apodo tan femenino sin embargo no se reconocía la ciudadanía a las mujeres, quienes aparecían equiparadas a los menores de edad y a los esclavos. ¿Proprium de tempore? Sin lugar a dudas. A principios del siglo XIX no podía esperarse más. El papel de la mujer no estaba en la esfera pública, su principal función estaba en el hogar, siendo madres y esposas, y aun las que salían a trabajar en el campo o en las fábricas, lo hacían llevando a la prole consigo. Los niños y las personas dependientes no eran responsabilidad de varones. De eso se encargaban ellas porque eran trabajos subordinados. 

¿Cómo eran, por tanto, los padres en los tiempos de la Pepa? No nos podemos imaginar a esos revolucionarios, a los liberales que la redactaron compartiendo con sus mujeres la crianza de sus hijos. Los padres del siglo XIX y también aquellos que en el 48 celebraron por primera vez su día, tenían muy poco que ver con el modelo de paternidad responsable que hoy es el ideal de la mayoría de las mujeres y quiero pensar que de no pocos varones. El papel era otro, porque otra también era la visión del lugar de las mujeres en la sociedad. La división del trabajo y el espacio por sexos estaba muy bien establecida, y el padre empezaba su trato más directo con los hijos cuando ya estaban bastante creciditos. 

Por eso hoy, que dicen se celebra el Día del Padre, quiero aquí partir una lanza por ese otro modelo, el de una paternidad implicada desde el principio hasta en los más nimios detalles, la de los padres que comparten con las madres una crianza respetuosa basada en el cariño, los que no quieren perderse ni un sólo día de la infancia de sus hijos y, menos parir y amamantar, están dispuestos a hacerlo todo. Nada más tierno que un padre que duerme a su bebé en su regazo, que se hace niño chapoteando en el baño con un pato de goma o que aparece por la oficina con la marca de una mala noche en las ojeras. 

Afortunadamente las mujeres ya no somos las eternas menores de edad, seres humanos de segunda a las que ni una constitución con alias de mujer consiguió otorgar sus legítimos derechos. Somos ciudadanas, profesionales, tenemos un puesto en la sociedad, pero algunas también queremos seguir siendo madres, unas madres que no han tenido que hipotecar otras facetas de su vida para ello, porque tienen a su lado a un varón que ha descubierto las maravillas de la paternidad y ejerce su derecho a ser también figura de apego y cariño para sus hijos.


miércoles, 14 de marzo de 2012

CUANDO SE ENCIENDAN LAS LUMINARIAS ARCANAS DE LA NOCHE



Cuando se enciendan las luminarias arcanas de la noche,
esas que no estallaron para alumbrar amaneceres,
las bocas sin cuento de ardientes oleadas,
abatiré mi vuelo para planear tu sombra.
Enredaré mis alas en las zarzas de tu abismo,
lacerando mi alma al roce de sus aguijones,
punzantes elfos alerta en la penumbra
que gotean su sed de carne y de delirio.
Será la espiral en rayos descubierta
del tiempo que en mi piel sin prisa se atesora
y hace reverberar la luz de mil caricias
que resbalan morosas por el alféizar de mi pecho.
Quiero exprimir los enigmas sin respuesta
del espíritu carnal que aviva el cuerpo etéreo
y que sus saberes se abran al conjuro
del roce aleve del aire en nuestras dunas.
Unir universo y tierra en un suspiro,
abrazar las galaxias que manan de tus labios,
licuarme en nebulosas colmadas de vacío
y quebrarme en la explosión magmática de su vórtice.

(Del poemario Con la venia de Erato)

Hace unos días, la artista ampurdanense Maika Gauti colgó en su perfil de Facebook la fotografía del boceto, realizado sobre papel DIN A4 con tinta china y metálicas, que acompaña a esta entrada porque fue la chispa que encendió la inspiración de este poema. Como se lo he birlado sin pedirle permiso, aunque no creo que le importe, aprovecho para informaros de que este es el enlace a su web http://www.angelguti.com/maika/. En ella se recoge información sobre su curriculum, su obra y sus actividades. ¡Ah! Y para quien todavía no lo sepa, Maika es mi prima, que de vez en cuando no pasa nada por presumir de parentela. 

jueves, 8 de marzo de 2012

HAY SILENCIOS QUE SE ENCADENAN AL OLVIDO

Hay silencios que se encadenan al olvido,
esa prolija genealogía de sudores
que descienden por la ladera de la historia,
empapando de vida el cauce de sus días.
Es la callada argamasa de los tiempos
que une y compacta la hechura de los siglos,
manos callosas, brazos poderosos
para acunar silentes el fruto de los años.
Es un enjambre de abejas innombradas,
jornaleras de la miel que otras bocas degustaron,
forjadoras de cera para ajenas luminarias,
mensajeras del polen de impuestas fecundidades.
Mas de su entraña telúrica brotó el magma de la rabia
guardado en el seno ancestral de los mutismos
y despertó la voz en grito libertario,
y la palabra puso nombre al desconcierto.
Fraguas de libertad en latidos de esperanza
para resucitar del fango de la amnesia
la luz ignorada sin brillo y sin memoria
en uránico abrazo de azules infinitos.

Paseando hace unos días por el centro de nuestra ciudad, delante de la fachada del edificio de Correos me encontré con la significativa estatua humana que aparece en la fotografía. Era el particular homenaje de esta chica a todas esas mujeres de las que nadie se acuerda, las que no salen en los libros pero sin las cuales nada de lo que hoy tenemos hubiera sido posible. Hoy quiero traer su imagen a este blog para acompañar el poema que yo también hoy dedico a esa genealogía de antepasadas que desde su silencio forjaron nuestra historia. 

viernes, 2 de marzo de 2012

EN EL CENTENARIO DE CHARLES DICKENS

Siempre es buen momento para dedicarle una entrada a esos autores que podemos considerar clásicos, pues tienen el don de atravesar el tiempo y seguir emocionándonos con sus palabras y sus historias. Por eso no hacía falta ningún centenario, para recordar al autor de novelas como Oliver Twits o Grandes Esperanzas, pero está visto que los seres humanos a veces necesitamos del toque de calendario para homenajes y reconocimientos, ¿qué le vamos a hacer? 

Por eso ahora quiero compartir aquí con quienes me leéis, un artículo aparecido en "Argenpress Cultural" en el que analizo la vigencia de los textos de Charles Dickens para los más jóvenes lectores, y de paso animaros a que le echéis un vistazo a esta página cultural argentina que no tiene desperdicio.



LOS TEXTOS DE CHARLES DICKENS Y LOS JÓVENES LECTORES

En este frío mes de febrero, en el que todavía las tardes son cortas y las temperaturas no animan mucho a salir, a tenor de todos los artículos que en los diversos medios, especializados o generalistas, han aparecido con motivo del bicentenario del nacimiento del gran novelista inglés Charles Dickens, he vuelto a revivir con nitidez una escena que andaba perdida en los recovecos de mi memoria. Sucedió una tarde muy parecida a estas en pleno invierno, a la vuelta del colegio. Estaba sentada en la sala de casa de mi abuela con un libro entre las manos y el corazón encogido. Las desventuras de su protagonista, un pequeño huérfano, habían llegado a tocar mi fibra sensible y, al mismo tiempo, no podían dejar de despertar mi rabia. Sin embargo, lejos de querer cerrar aquel viejo volumen y devolverlo a su estantería, mis ojos no se despegaban de sus renglones mientras devoraba con avidez páginas y capítulos. Oliver Twits había logrado lo que sólo una obra maestra puede conseguir: conmover a la vez que interesar a la jovencísima lectora que yo era, descubriéndome al mismo tiempo una dura realidad a la que una niña criada por una amorosa familia era completamente ajena: la sordidez de la explotación infantil.



Con ese es el fascinante poder que poseen los clásicos, que son un polo de atracción que no desgasta con el tiempo su capacidad para seducir a lectores de cualquier edad, los cuentos y novelas de Charles Dickens, escritos  en origen para captar la atención de un público adulto que esperaba con impaciencia las sucesivas entregas, reúnen también todos los requisitos necesarios para que niños y jóvenes se conviertan en sus receptores, por más que no fueran sus originales destinatarios.

Tenía Charles Dickens una especial habilidad para plasmar y transmitir los sentimientos infantiles así como la sensación de rechazo y desamparo. Los niños viven en un mundo de adultos que los engulle y ante el que no pueden reaccionar, ya que les es incomprensible, sintiéndose ellos mismos incomprendidos. Esto hace que sus novelas y relatos calen de manera especial en los más jóvenes, quienes, salvando las distancias,  pueden, en un ejercicio de refracción, identificar su propia perplejidad en la de los personajes, y despertar una espontánea empatía con su desfavorecida situación. Para niños y jóvenes que afortunadamente no padecen las condiciones de vida de un Oliver, o de David o Pip, estas novelas suponen un acercamiento a una realidad, la de la explotación infantil, que por desgracia todavía está presente en muchos rincones del planeta, pero al mismo tiempo, ese acercamiento tiene lugar por medio de unas historias magistralmente narradas que les enredarán y atraparán su atención hasta la resolución final de la trama.

Por otra parte, en los relatos de nuestro autor los protagonistas, muchos de ellos seres desvalidos y víctimas inocentes de una situación de injusticia estructural, tras pasar por dolorosos avatares que incluyen el abandono y la explotación, la utilización y la miseria, salen adelante con su esfuerzo y consiguen regularizar su vida al lado de buenas personas, alejados de aquellos que representaban la maldad y la opresión, quienes generalmente también obtienen su merecido. Como ningún hilo narrativo suele quedar en suspenso, el seguimiento de estas tramas supone para el lector un ejercicio de catarsis muy apropiado para niños y jóvenes que ven en el texto reflejadas y colmadas sus aspiraciones de justicia, como en Grandes esperanzas, David Copperfield o el antes mencionado Oliver Twist. La rabia y la tristeza que embargan en los primeros momentos a los lectores se ven compensadas con finales felices en los que la fortuna se encarga de resarcir con creces a los personajes.

Mas no sólo encontramos en la fecunda producción del novelista inglés obras que reflejan la crudeza de la naciente sociedad industrial, sino que también hay otras con las que chicos y chicas pueden pasar divertidos ratos, como Los papeles póstumos del Club Pickwick en la que, con una técnica muy similar a la de los actuales cómics (situaciones disparatadas, comicidad, retrato caricaturesco de los personajes y recreación en los pequeños detalles), narra el autor extravagantes aventuras contadas con una vivacidad y un dinamismo que no dan lugar al aburrimiento; o el conocidísimo cuento, versionado en infinidad películas y animaciones,  Canción de Navidad, en el que por medio del artificio retórico del espectro y los saltos temporales el avaro Scrooge se transforma en un ser generoso y amable.  Estas obras pueden constituir una muy recomendable sugerencia para niños y adolescentes.

Nunca está de más que las jóvenes generaciones se acerquen a autores que ya podemos considerar clásicos, claro está que este acercamiento debe llevarse a cabo de una forma que sea grata y amena a este tipo de público, buscando aquellos textos que mejor puedan conectar con su sensibilidad. Y no cabe duda que con los de Charles Dickens pueden establecer ese diálogo interactivo que hace que el lector se sienta partícipe de la obra, pero en algunos casos, sobre todo en edades más tempranas, será necesario realizar una labor de adaptación del texto para acercarlo a su nivel de comprensión. Sin embargo, estoy convencida de que los adolescentes pueden disfrutar el placer de la versión original, y que incluso sería divertido hacérsela llegar del mismo modo en que los contemporáneos del autor tenían acceso a sus novelas: por entregas, dejándoles con la miel en los labios, enganchados a la espera de un nuevo capítulo. Todo esto, complementado con el manejo de versiones adaptadas a otros formatos como películas, cómics o incluso videojuegos, hará que niños y jóvenes descubran los valores, literarios y humanos, que encierra la producción de un autor que goza de plena vigencia en nuestros días.

A buen seguro que Dickens, que ya realizó en su tiempo una gira por los Estados Unidos haciendo lo que hoy llamamos “animación a la lectura”, estaría feliz de ver cómo sus personajes cobran vida en la imaginación de los jóvenes del siglo XXI.