lunes, 16 de julio de 2012

STELLA MARIS


Riela en el sueño la luz vespertina
que acunara en su aura la sed del infinito
y memorias del pasado salobres trajera.
Es el sabor sin prisas del ocaso
que une y transmuta los rayos de la tarde
y abre las aguas sobre pneumático aleteo
del que resurge en ciclos de materna energía
el telúrico abrazo del eterno útero,
aquel que engendrara alas a la esperanza
para ofrecer su calma a la desazón de los mortales.
La suavidad de la estela que desliza
proceloso mar en cielo transformado
lleva entre su espuma prendidas súplicas,
temor, miedo, temblores ancestrales
engarzados en los pétalos deshechos en la marea.
Sólo tu rastro, tu luz sobre las olas.


Las procesiones marineras de la Virgen del Carmen que estos días se celebran en nuestras costas, siempre me han resultado una estampa muy mediterránea, un rito ancestral que va más allá en el tiempo remontándose a la época en la que los dioses y los héroes habitaban el Mare Nostrum. Y es que el arquetipo de la energía femenina nacida de las entrañas del mar que acoge y protege a los mortales en su abrazo maternal, el encuentro con la madre protectora sigue vivo entre nuestras gentes.

Por eso hoy, día de la Stella Maris, quiero dedicar este poema a todas las lectoras de este blog que llevan el nombre de Carmen, en especial a mi sobrina pequeña, a Maika, mi prima, y a mis amigas Carmen Ventura, hermana del corazón, Mari Carmen López Frías, que hasta en su nombre lleva la poesía y Carmen Torre, mi particular princesa maya.

Y como no, a mi madre, mi abuela y mi tía en el recuerdo.