jueves, 11 de septiembre de 2014

¿ VEINTE AÑOS NO ES NADA?

Tal vez para Alfredo Le Pera, autor del famoso Volver, así sea y yo no se lo discuto, que en cuestiones de tiempo vivido todo es relativo, pero yo hoy no puedo sino estar en desacuerdo con esa afirmación de la letra del por otra parte hermoso tango inmortalizado por Gardel. Es cierto que, volviendo la vista atrás, el tiempo pasa en un suspiro y casi parece que el 11 septiembre de 1994 fuera ayer y que hoy me estuviera levantando tras una de las noches más hermosas que vivir pudiera, pero jamás podría afirmar que estos veinte años al lado de la persona que es y ha sido mi compañero de vida puedan calificarse de "nada".

Veinte años de gozos y dolores, de sentir la vida desbordarse en nuestros hijos y volar en la pérdida de seres muy queridos; veinte años de ilusiones y temores, de trabajo y lucha, de pequeñas alegrías cotidianas y algún que otro sobresalto; años para constatar que juntos podemos, que con fe y confianza saldremos adelante, pero sobre todo veinte años de apuesta por ese amor que un día nos hizo unir nuestras diferencias para vivirlas no como obstáculo insalvable, sino como fuente de riqueza y motivo de apertura.

Sí, veinte años para nosotros son algo más que nada. Constituyen nuestra vida en común, son la familia que hemos formado, los seres queridos, familiares y amigos, que han estado a nuestro lado, la aventura de acompañar a nuestro hijo, Samir, y nuestra hija, Salua, y enseñarles a abrir sus alas, las tres gatas que se disputan un lugar en nuestra cama... Son, en resumen, en lo que se han convertido ese joven bondadoso y tranquilo y esa rabo de lagartija inquieta y contestataria, tan distintos, que un día decidieron unir sus manos y caminar juntos. 

Vaya este poema por tí, Khalid, por lo gozado y lo sufrido, por nosotros y, ¿cómo no?, por la vida.

El tiempo es la fractura entre unos labios,
el aire que exhalan los besos perdidos,
la caricia olvidada al borde de la cama,
el rasguear moroso en las cuerdas del deseo.

Es el sutil envoltorio de la vida
que se proyecta en renuevos de esperanza,
hilo que engarzara gozos con pesares
en la hora sin fin desatada en anhelos.

En la parábola lanzada al infinito
uncirnos al amor a entraña abierta,
saltar sobre el abismo conjurando el miedo,
seguir la luz en medio de las sombras.

                        Somos tú y yo,
                                    peregrinos del alba.
(© del poemario Con la venia de Erato)

 

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