lunes, 5 de enero de 2015

MI CARTA A LOS MAGOS

Sí, porque yo creo en ellos, porque existen en ese mundo ideal de la fantasía en donde todo es posible y en el que la magia se hace realidad por mor de la gratuidad y la alegría. Yo creo en ellos, magos que no reyes, nómadas observadores del cielo y las estrellas que supieron descubrir que la auténtica "realeza" no está en los palacios ni en las mansiones de los poderosos, sino en el milagro de cada niño que nace, en la humildad de la vida que se revela frágil y a un tiempo que fuerte y soberana, sujeto de derechos inalienables y objeto de amor incondicional.

Y por eso, porque creo en ellos y ellas (que también existen las magas, algún día os contaré el cuento de la Maga de Oriente), no he podido resistirme a darle hoy, junto a un amigo, a su heraldo mi carta, una carta en la que pido eso, ilusión y regalos, pura magia y fantasía, porque los conceptos claros y el chocolate espeso (y sin leche): una cosa son los derechos y otra los regalos.

Es que, a ver, ¿qué es eso de pedir a los Magos que se acabe la crisis, el hambre en el mundo, que todas las personas puedan acceder a la educación o a la sanidad o que desaparezcan las guerras? No, amigos y amigas, esos son derechos, no regalos, y representan la conditio sine qua non de la humanidad, las condiciones mínimas de dignidad que cada criatura tendría que llevar aparejadas y que, como desgraciadamente así no sucede, es nuestra obligación luchar para conquistarlas, no pedirlas a la magia o dejarlas en el mundo de la ilusión. Es como eso tan terrible de que a los niños pobres los Magos les traigan ropa mientras que a los ricos les ponen juguetes. ¡No y no! Vestirse es una necesidad y las necesidades se cubren, no se regalan y mucho menos se dan por caridad, que ya lo dijo Catalina de Siena: "Dar por caridad lo que corresponde por justicia es como poner un paño caliente en una herida purulenta". El don y el regalo responden a la mera gratuidad, al, hablando en román paladino, "porque me da la gana", y son un plus añadido,

Yo tengo una particular definición de regalo: es eso que te gusta, que te encantaría tener, pero que tal vez nunca te pondrías a buscar para ti. Por eso para mí nada más lejos del concepto de regalo que las famosas "cosas prácticas" que decían nuestras madres. Y por eso siempre me he negado a que mis particulares magos trajeran ropa o zapatos a menores de doce años y a los mayores, sólo esa que les gusta, pero que habitualmente ellos no se pueden comprar.

Por tanto dejo las "cosas prácticas" de los problemas del mundo a la lucha del día a día y no las pido a los Magos en mi carta, que ellos no están para solucionar los problemas políticos y sociales, sino para poner una vez al año un poco de imaginación y una pizca de alegría, para, ¿qué mejor regalo?, volvernos por unas horas como los niños y niñas que fuimos y dejarnos soñar, jugar e imaginar. 

Así que hoy en mi carta no me he puesto trascendente, me he permitido pensar un poquito en mí y hacer el sano ejercicio de, por una vez y sin que sirva de precedente, pedir cosas tan nimias y prescindibles como una buena crítica para mi último libro, una pluma bonita para firmarlo (siempre me gustaron las estilográficas) y unos bombones Mon Chéri, que ya me he enterado de que no contienen lactosa. Pero lo cierto es que este año más que que me traigan, lo que quisiera es que se lleven, sí, que se lleven de una vez los malos mengues.

FELIZ NOCHE DE LA MAGIA Y LA ILUSIÓN


2 comentarios:

  1. Querida amiga, comparto todo lo que dices. ¡A por el 2015! No hay año que se nos resista a estos "tres mosqueteros gaditanos". ¡Feliz día de Reyes!

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  2. Una preciosa y realista carta. Así sea. Y que disfrutes de los Mon Chéri.

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