A Pilar Alcalá y Luis Manuel Guerra
El ronroneo melancólico de la tarde
en este otoño de dorados claroscuros,
sentir entre mis manos su suavidad de
seda
mientras las garras del dolor se clavan
en el alma.
Contemplar los misterios en ojos
ambarinos
resplandecientes en la penumbra de la
amnesia,
y sentir en arañazo la incuria del
destino
que se vuelve a trocar desolación y
silencio.
¿Retornará la vida al amparo de la
sílaba?
¿Revolotearán gorriones en rimas
encendidas?
¿Crecerá la madreselva para cobijar a
los amantes?
No es el carro de los muertos
ni el sepulturero de negra estampa
o el repicar lúgubre de la triste
campanilla;
no es el arrastrar los pasos
ni el mudo cortejo de los espectros
o la locura destilada entre delirios.
Es la sinrazón sin nombre ni sentido,
la ignorancia de unos y la codicia de
otros,
el amargo fruto de la necedad sin tino...
Mas volverán los gatos a la venta
con su poético andar en sinalefas acompasado
y sus ojos serán metáfora del tiempo
que retorna en la redondez de sus iris
de fuego.
Magnífico, de verdad que sí. Muchas gracias por tu empatía.
ResponderEliminarLa melancolía becqueriana se deprende de tus versos con un sabor rejuvenecido de lo añejo. Recurrencia de un pasado que nos negamos a enterrar como muerto por los significados que de él se derivan. Te felicito.
ResponderEliminarbonito
ResponderEliminaracabo de leer los versos de tu poema: Elegía por la venta de los gatos,eres una verdadera poeta. Entrañable.
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