Querido Adrián:
Es posible que nunca leas esta carta, es más, desearía fervientemente que jamás lo hicieras pues eso significaría que tu infantil existencia se mantiene alejada y a salvo del revuelo mediático que en torno a tu persona se ha formado, tal y como corresponde a tus ocho años. Y es que un niño tendría siempre que habitar en ese país encantado en el que las tardes saben a regaliz, no hay más ocupación que los libros y los juegos, y los mayores problemas son los que se resuelven en clase de Mates, ese paraíso del que a ti prematuramente te arrojara el monstruo que un día se apoderó de tu tierno cuerpo de infante.
Sin embargo, a pesar de que te deseo lejos de esa cueva de alimañas que a veces son las redes sociales, por más que quiero pensar que tus ojos no van a recorrer estos párrafos, algo en mi interior me empuja a dirigirme a ti para pedirte con todo mi corazón que luches y vivas, que ganes la batalla al "mal bicho", porque sé que lo vas a hacer, que no te vas a rendir y que en ti la vida se impondrá para abrirte los ventanales del futuro.
Sí, yo, "animalista imperfecta", incoherente a veces, grito hoy en este universo virtual, en el que tantos exabruptos resuenan, que quiero que sanes, que puedas olvidarte de tratamientos y hospitales y volver a esa cotidianidad de niño de la que nunca te debió de arrebatar el cáncer. Y no entiendo, no, no me cabe en la cabeza cómo alguien puede maldecirte con la muerte. ¡Qué contrasentido! Defender la vida con la muerte, hacer bandera contra el maltrato maltratando, llamarse "animalista" y alegrarse del mal de un cachorro humano. No, ese saco de basura, ese cacho de carne con ojos que profirió tal barbaridad, no es animalista, ni siquiera sabe qué es el animalismo, está a años luz de la defensa de los seres vivos, no es más que una grotesca parodia de lo que pretende abanderar. Un verdadero animalista jamás buscaría el dolor y el sufrimiento de un ser de ninguna especie, incluida la humana, jamás se ensañaría con una criatura, con una cría, no recurriría a la violencia, aunque esta sea verbal, para defender sus ideales. Una persona animalista ama la vida, la respeta y no aboga por la pena de muerte porque sabe que no tiene derecho a arrebatar sin más a los seres la existencia.
Como comprenderás, Adrián, a una "animalista imperfecta" como la que te habla, aunque no es ni por asomo ningún Francisco de Asís, no le hace gracia alguna el homenaje que te han dispensado. Habría preferido que te hubieran organizado una fiesta en alguna dehesa para que pudieras contemplar la belleza de los toros en libertad, para que sintieras su fuerza animal, su energía, y te enamoraras de ellos de otra manera. Tampoco comparto ni de lejos tus aficiones ni tu supuesta vocación de torero, pero eso no te convierte en reo de muerte. Eres un cachorrillo joven equivocado al que le debería quedar una larga existencia por delante para descubrir el horror y la crueldad que se esconden debajo de los oropeles, la fama y la supuesta gloria del toreo, para poner tu valentía, esa que por desgracia la enfermedad se ha encargado de demostrar con creces que tienes, al servicio de cualquiera de las causas nobles por las que día a día se arriesgan hombres y mujeres.
Y porque sé que ese engendro cobarde que ha descargado sus miserias contra ti en las redes sociales carece por completo de nobleza para hacerlo, quiero desde aquí, en nombre de todos los "animalistas imperfectos" que no buscamos la muerte y el maltrato de nadie, sino el bienestar de todas las especies (también la humana), enviarte a ti y a tus padres (soy madre y no quiero ni imaginarme el calvario que ellos llevan pasado) un abrazo solidario en vuestra lucha y energía sanadora para las contiendas que restan hasta la victoria final.
Eso sí, Adrián. Cuando estés ya fuerte y recuperado, procura estudiar y formarte. Contempla todas las posibilidades que se abrirán ante tus ojos para elegir una profesión enriquecedora y hermosa en la que desarrollar todas tus potencialidades, porque ojalá para cuando seas mayor la tauromaquia haya desaparecido de la faz de la tierra. Y a buen seguro, un chico como tú vale para mucho más que para maltratar astados.
Y ahora te dejo descansar. Recibid tú y tus padres un abrazo solidario de esta "animalista imperfecta".
Adorablemente imperfecta y ecuánime en tu forma de actuar.
ResponderEliminar