Ayer, en una tarde calurosa de esas que adelantándose, se complacen en presagiar los rigores estivales que nos esperan, tuvo lugar en el Teatro Romano de Itálica el ya tradicional recital "Cien minutos, cien poemas" que organiza la Institución Literaria decana en Sevilla "Noches del Baratillo". En esta ocasión nos dimos cita más de cincuenta autores que recitamos nuestros poemas acogidos por estas vetustas piedras que han sido testigos y escenario del transcurrir de los siglos.
A una enamorada, como yo, de la Cultura Clásica, a la que he dedicado tantas horas siempre le provoca muchísimo respeto dejar oír su voz y sus humildes versos de aspirante a aprendiza en el Parnaso de las Musas en un lugar tan cargado de significación y de historia en el que hay que entrar de puntillas para no molestar a los Manes y Penates de aquellos que en su momento de gloria y esplendor lo habitaron. Por eso esa tarde quise que mis palabras, mi poema, fuera un pequeñísimo y humilde homenaje a esos líricos latinos, poetas neotéricos y elegíacos de la antigua Roma que, junto a otros clásicos como los griegos, hebreos, árabes y castellanos, me han alimentado y han sido fuente de inspiración para mi modestísima voz de poeta: Catulo, Ovidio, Virgilio, Propercio, Tibulo, Horacio... Por ellos iban mis VERSICULA AMATORIA, encabezados por un dístico de la Elegía XIX de Propercio, que paso a traducir: "Que acaso mi funeral de tu amor careciera, ese temor es más amargo que las propias exequias".
“Sed ne
forte tuo careat mihi funus amore,
hic timor est ipsis durior exsequiis”.
hic timor est ipsis durior exsequiis”.
(Propercio: Elegía XIX)
Confúndanse cien, mil de tus besos
en la sutil cadencia yámbica de unas
sílabas,
entremézclense en las arquivoltas de
la metáfora
y piérdanse en ese ocaso estremecido
en el orbe de Febo desangrado.
Enrédense tus manos como mirto
entre mis aristas firmes de columna
aromadas con las ramas de la dríade
para coronar en laureles
tu deseo y el mío entrelazados.
Arderán mis miembros como Dido
en la hoguera de ese hexámetro
incandescente
que en sus pies mis sentidos
transporte
a otros prados sin lindes ni
fronteras
rendidos ya en las calendas del olvido.
Podrá el día clausurar los dísticos de mis horas,
apagar las parcas mi voz en cadencia
de elegía,
prendido llevaré este éxtasis en mis huesos;
no falten tus lágrimas sobre mi
inerte ceniza
que sublimará en amor la consumación
del tiempo.
(Del libro Con
la venia de Erato)
Fotografías cortesía de Pepi Bobis Reinoso y de la Institución "Noches del Baratillo".
Leyéndote, se me ha ocurrido pensar que yo también quiero ser "una humilde aprendiz de poeta", como tú.
ResponderEliminarUn beso.
Leyéndote, se me ha ocurrido pensar que yo también quiero ser "una humilde aprendiz de poeta", como tú.
ResponderEliminarUn beso.